Tenían fama, éxito, dinero, talento…pero su vida acabó de forma precipitada alrededor de los 27 años. La mayoría de ellos murieron víctimas del suicidio, accidente o a consecuencia del consumo de drogas. Se les conoce como “El Club de los 27” e incluye nombres de músicos y cantantes tan conocidos como Kurt Cobain, Amy Winehouse, Janis Joplin, Jim Morrison o Jimi Hendrix, entre otros.
El músico de blues Robert Johnson, muerto en circunstancias desconocidas en agosto de 1938, a los 27 años, es considerado el primer miembro de este legendario club. Pero podemos ir más atrás del siglo XX en el tiempo para descubrir alguna otra fatídica coincidencia en este sentido. Por ejemplo, el compositor brasileño Alexandre Levy, que murió a los 27 años también por causa desconocida en 1892. En España, la cantante Cecilia, autora de la célebre canción “Un ramito de violetas”, pertenecería sin duda a este grupo, ya que falleció en accidente de tráfico en el año 1976. Tenía también 27 años de edad. El último en añadirse a esta lista ha sido el nieto de Elvis Presley, el músico Danny Keough, que se suicidó el pasado mes de julio.
Este conjunto de fatídicas coincidencias ha llamado incluso la atención de la comunidad científica. En la Universidad Tecnológica de Queensland, en Australia, se realizó un estudio para intentar encontrar una explicación racional a la relación entre este tipo de muertes a los 27 años en artistas que se encontraban en la cima de su éxito profesional.
Se revisaron más de 11.000 biografías de músicos y cantantes fallecidos entre 1950 y 2010. Cuando se realizó el análisis estadístico, el estudio llegó a la conclusión que todo era fruto de un mito y de una vida desenfrenada de excesos y malos hábitos.
Dicho esto, ¿qué luz puede aportar la astrología a lo que la ciencia considera un mito creado prácticamente por los fans y la sociedad? Aclaremos en primer lugar que, en la muerte de una persona, pueden influir múltiples y complejos aspectos astrológicos. Vamos a limitarnos en este artículo a explicar la potencial influencia de dos planetas que nos pueden dar alguna pista en relación a puntos de inflexión vitales. Hablamos de la Luna y Saturno.
La Luna representa el arquetipo de la madre y de aquello que nos nutre, nos sostiene y nos aporta seguridad emocional. El signo y elemento en los que esté la Luna en nuestra carta natal nos indica qué necesitamos para sentirnos bien emocionalmente, protegidos y seguros. Aparte de nuestra luna natal, existe la luna progresada. La Luna se va moviendo y, cada dos años y medio aproximadamente, cambia de signo y casa en nuestra carta. Así, unos meses antes de cumplir los 28 años, vivimos lo que se conoce como el primer retorno de la luna progresada y es un momento de gran tensión emocional, que siempre va asociado a experiencias vitales transformadoras que algunos pueden vivir como un importante catalizador de evolución y crecimiento y otros, en cambio, como una profunda crisis existencial.
Si a eso sumamos que Saturno, el planeta relacionado con la responsabilidad, la madurez y los límites, también tarda unos dos años y medio en cambiar de signo y casa en nuestra carta, veremos que va de la mano con la Luna, marcándonos ese camino de crecimiento, madurez y evolución, coincidiendo entonces alrededor de los 28 años el primer retorno de la luna progresada y más tarde el retorno de Saturno (el planeta vuelve a la misma posición en que lo tenemos en nuestra carta natal). Si tenéis más de 29 años, os invito a recordar qué cambios importantes sucedieron en vuestras vidas sobre los 27 y 28 años.
El retorno de la luna progresada nos pide que dejemos atrás el pasado y avancemos hacia el futuro. Dejar ir lo que no nos sirve, deshacernos de aquellos apegos que hasta ese momento quizás nos hayan dado seguridad emocional y que, por tanto, cuesta mucho soltar. Esto, para la Luna, que representa nuestros patrones más arraigados y nuestro sentido de pertenencia, no es nada fácil. Ese retorno nos está pidiendo madurez, que dejemos de ser niños y que asumamos nuestra nueva identidad adulta y tomemos las riendas de nuestra vida y emociones, con la responsabilidad social que luego nos demandará Saturno.
Según la posición natal de nuestra Luna y los aspectos que realice con otros planetas podemos vivir esta etapa como una transformación positiva y relativamente sencilla o con la aparición de fuertes miedos y la sensación de falta de coraje y culpa al no ser capaces de hacer esos cambios que la vida nos está pidiendo. Este miedo y sensación de desprotección interna y emocional puede hacer que nos atrincheremos en nuestros antiguos patrones emocionales infantiles, generando comportamientos extremos, como pudo ser el caso de los cantantes Kurt Cobain y Amy Winehouse. Veamos sus cartas…
Kurt Cobain. 20/02/1967. 19.38h. Aberdeen, Washington. EEUU
Aquí tenemos la carta de un ser sensible, creativo, empático y emocional por antonomasia. Con 8 planetas en signos de agua, incluyendo el Sol en Piscis y la Luna en Cáncer, los altibajos emocionales (se dice que fue diagnosticado de niño con trastorno bipolar), el escapismo, la evasión y la necesidad de amor y sostén emocional fueron seguramente los rasgos predominantes de la personalidad de Cobain durante su corta vida. Tanta energía pisciana, es propensa a evadirse de una realidad que no le gustaba a su Luna en Cáncer, que pedía la protección y el amor de un hogar estable y seguro que nunca tuvo. Sus padres se separaron cuando él tenía 8 años y con su mujer Courtney Love vivían en una especie de montaña rusa emocional continua. Todo eso, unido a su Sol cuadrado a Neptuno en Escorpio, contribuyó seguramente a su flirteo precoz con todo tipo de drogas. Curioso que el nombre de su grupo, Nirvana, aludiera a ese anhelo tan pisciano que, en el budismo, implica un estado de felicidad total del alma, sin sufrimiento ni deseos.
Su primer retorno de luna progresada en Cáncer y en la casa 10 pedía a Kurt Cobain responsabilizarse de su seguridad emocional interna, abrazar una transformación interior, dejar ir su antigua identidad y mostrar su auténtico ser. La Luna en la casa 10 se nutre principalmente de la validación y del reconocimiento externo en el área del éxito profesional y del estatus social. Lo más probable es que Cobain sintiera esa necesidad de crecer emocionalmente y evolucionar, pero la presión del miedo a pensar que quizás si él cambiaba, desaparecerían su éxito y reconocimiento externos, fue algo que no pudo gestionar de forma adecuada y se quitó la vida en 1994.
A todo ello podemos añadir la presión de su cercano retorno de Saturno que caía en su casa 7 de las relaciones y pareja, donde también tenía a Venus y Quirón. Seguramente, la inestabilidad en su matrimonio con una Courtney Love cuyo Saturno estaba conjunto al Sol de Cobain, quizás limitándolo y exigiéndole madurar, no ayudó al joven músico que puso fin de forma prematura a su inspiración, talento y sensibilidad.
En su nota de suicidio, Kurt Cobain escribió: “…no puedo superar la frustración, la culpa y la hipersensibilidad hacia la gente. Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico Piscis triste, sensible, insatisfecho”
Amy Winehouse. 14/09/1983. 22.25h. Enfield. UK
A diferencia de la carta de Kurt Cobain, en la que predominaba lo emocional del elemento agua, la carta de natal de Amy Winehouse podríamos definirla como mercurial, con su Sol conjunto a Mercurio en Virgo y ascendente y nodo norte en Géminis. Marte y Venus en Leo le brindaban facilidad para brillar y atraer la atención mediática, aunque fuera a costa de excesos y escándalos. Esta parte mercurial, que le aportaba un gran perfeccionismo y autoexigencia a nivel profesional, chocaba con sus cinco planetas en fuego, que pedían más libertad, riesgo e impulsividad. Pero fijémonos en su Luna. Situada en frontera de signo, a 0º de Capricornio y conjunta a Neptuno en Sagitario. Aquí tenemos de nuevo una Luna que, aunque podría aportar cierta frialdad y una coraza emocional al estar en Capricornio, junto a Neptuno se transforma en una Luna sensible, soñadora, creativa y romántica, que idealiza la realidad y que, cuando ésta no le gusta, se evade y se escapa de nuevo a través de la música y del abuso de alcohol y drogas. Si a eso le sumamos que esa conjunción está situada en su casa 7, para Amy, la seguridad emocional y el sentido de protección estaban supeditados a su relación con el otro, con sus parejas principalmente, con quienes las relaciones eran del todo menos estables y tranquilas.
Ese primer retorno de la luna progresada le pedía entonces convertirse en adulta y hacerse cargo de su vida interior y emocional y sostenerse a sí misma, sin necesidad de “otro”. Conjunto a un Neptuno “peterpanizado”, soñador, evasivo e idealista, estaba además cuadrando a su Sol, generándole con toda probabilidad una importante confusión acerca de su verdadera identidad que, lamentablemente, fue incapaz de gestionar. La autopsia de su muerte reveló que murió a causa de una intoxicación etílica en julio de 2011. Faltaban dos meses para que cumpliera 28 años.